Con sus corrientes de agua subterránea que fuyen aún hoy con fuerzas, estas cavernas son un mundo de fantasía de cascadas en miniatura, corales fosilizados, conchas y formaciones rocosas como la papaya, talla natural de tamaño humano con la forma de ese fruto tropical.
Los visitantes no tienen que ser espeleólogos avezados para visitar las cavernas, pero no es un sitio para claustrofóbicos. Se enta por donde se aflora el agua y pronto hay que gatear contra la corriente debajo de una cuña de roca caliza. Luego, con el agua hasta la cintura, se entra en un mundo iluminado solo por la luz del equipo de iluminación autónoma, con los murciélagos volando por encima y los peces de cueva mordisqueandolor tobillos .
Tambien se pueden observar pequeños sapos incoloros. Las cavernas suelen estar cerradas entre agosto y octubre, cuando las lluvias torrenciales convierten las corrientes de agua en ríos torrentosos y las condiciones se toman peligrosas.


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